martes, 15 de julio de 2014

Cuánto te mide, cariño (o Tanto medir, pa qué) - Parte 3 de 4

(continúa)

PARTE 3 DE 4

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En mi caso, creo que el número de líneas de código, aún con todos sus defectos asociados, es la métrica MÍNIMA IMPRESCINDIBLE que debería incluirse en todo conjunto de métricas de un proyecto. Esto no quiere decir que sea la única que haya que considerar, esta métrica deberá estar complementada y apoyada por algunas otras (tampoco muchas, repito lo de "pocas, pero buenas").

Pero si alguien me dice que no tiene ni idea de las líneas de código del proyecto en el que se está moviendo, algo va mal. Es como si un arquitecto me dijera que está trabajando en un puente y no sabe de cuántos metros es (claro está, redondeando, no le voy a exigir saberlo al milímetro). Yo mismo, en mis primeros años como programador profesional, muchas veces he trabajado en proyectos de los que luego no he sabido describir su tamaño con una medida objetiva. Y no, no me valen cosas como "un proyecto grande", "un proyecto mediano". Eso no me parece propio de un ingeniero. Como ingeniero, te pido que me des algún dato OBJETIVO del proyecto. El número de líneas de código será un dato muy básico, de utilidad muy limitada, pero es OBJETIVO. Todas las métricas han de ser objetivas.



¿Cuáles son mis objetivos al medir el tamaño de mi proyecto?

1. Conocer algún DATO OBJETIVO de él, que pueda ser medido por un tercero sin influencia de factores subjetivos. El número de líneas de código lo es. Da igual que lo mida yo o que lo mida un revisor externo. Otra cosa es que establezcamos condiciones que sean las mismas para todos: si cuentan las líneas de comentario, si cuentan las líneas en blanco, los tipos de archivos que consideraremos (código fuente, ficheros de configuración, páginas HTML estáticas...) y todos los demás detalles. Normalmente, estos dos tipos de líneas, las blancas y las de comentarios, no se suelen contar, aunque yo tengo un criterio diferente en algunos casos, pero de momento no me quiero ir por las ramas. Lo importante es que los criterios estén bien fijados; una vez hecho, la métrica es un valor objetivo.

2. Poder COMPARAR dos proyectos (o más). Al menos, dos proyectos realizados por el mismo programador. Ya he hablado anteriormente de que diferentes programadores significa diferentes estilos de programación, y el mismo programa puede cambiar de "tamaño" según las manos por las que pase. Pero si lo que quiero es comparar dos programas hechos por la misma persona, entonces sí que significa algo el número de líneas de código. O si quiero medir la productividad de un programador a lo largo del tiempo, sí tiene sentido comparar el número de líneas de código que ha producido en diferentes semanas.

3. GESTIONAR LA COMPLEJIDAD, intentando detectar, por ejemplo, variaciones bruscas en el tamaño del proyecto. O intentando reducir el tamaño cuando sea posible sin menoscabo de la funcionalidad (por ejemplo, por hacer una refactorización). Si un lunes extraigo una métrica del proyecto y veo que se mueve por las 50.000 líneas, y al lunes siguiente el proyecto ha pasado a 60.000 líneas, algo significa, ¿no? Habrá que entrar luego en detalles, pero al menos podemos tener un sistema automatizado que nos haga saltar un aviso para después ponernos a bucear en los pormenores del proyecto de manera más refinada. Otro ejemplo: si voy a acometer una fase de refactorización de mi proyecto, sí tiene sentido medir las líneas de código antes y después de la operación, para evaluar de alguna manera de qué nos ha valido (también tendrá otros beneficios aparte de reducir el número de líneas, claro, como una mejor organización del código, una mayor legibilidad, simplificación de uso, etc.).

Curiosamente, cuando he empezado a medir mis proyectos con estos tres únicos objetivos, resulta que después las métricas me han servido para otras cosas. Una vez que tienes datos objetivos, se te ocurren nuevas formas de dotarlos de significado y hacer cosas interesantes con ellos. Es lo que decía al principio: pocas métricas, pero explotándolas a tope.


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